Nuestra identidad ya no se construye solo en el ámbito físico. Cada publicación, cada imagen compartida, cada comentario que realizamos en redes sociales o plataformas virtuales forma parte de lo que los demás ven, perciben y saben de nosotros. Esa construcción —consciente o no— configura lo que hoy conocemos como identidad digital: la suma de todo aquello que circula en internet sobre una persona.
Pero no solo se trata de lo que elegimos mostrar, sino también de lo que otros comparten, comentan o asocian a nuestro nombre. La identidad digital incluye lo que publicamos, lo que otros dicen de nosotros y hasta la información que se genera de manera automática. Por eso, es fundamental tomar decisiones informadas y responsables sobre nuestra participación en el mundo digital. Cuidar nuestra huella no es solo una cuestión de seguridad, sino también de coherencia y valores.
En el ámbito educativo, esta conciencia adquiere una dimensión clave. Docentes, directivos, estudiantes: todos estamos expuestos a ser representados digitalmente. Comprender cómo se construye la identidad digital, cómo se mantiene y cómo se protege es una herramienta esencial para acompañar a las nuevas generaciones a habitar los entornos virtuales con criterio, respeto y responsabilidad.
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